Más de 60 chicos con discapacidad se preparaban para participar de la feria del Bicentenario. La idea de ofrecer para la venta artesanías y comidas que aprendieron a elaborar los entusiasmaba. Pero el proyecto quedó a mitad de camino el fin de semana, cuando entraron ladrones a la fundación a la cual pertenecen y les robaron tanto los trabajos que habían realizado, como herramientas y materia prima. Ni siquiera les dejaron dónde sentarse.
El robo se produjo el sábado a la madrugada en la sede de la fundación “Amachaqui Anquil” (Ángel de la Guarda, en quechua) situada en el barrio 447 Viviendas de Las Talitas. Los delincuentes forzaron y rompieron la puerta de entrada mientras los vecinos dormían, por eso nadie los vio. Debieron haber llegado en un vehículo porque se llevaron varias cosas del lugar.
Según detalló Marcio Córdoba, miembro de la fundación, el botín consistió en 25 banquetas, ocho sillas, una licuadora, un mixer, varios tuppers y asaderas, una mesa, la grifería completa de la cocina (se quedaron sin agua) y una cajita de madera donde estaban guardados alrededor de $ 3.000, que era la recaudación de las ventas de algunos trabajos realizados por los chicos. Además, destrozaron varias artesanías.
“Mucho sacrificio”
La tristeza era tan grande en la fundación, que nadie sabía cómo contarles a los chicos lo que había pasado. “Ellos estaban trabajando con mucho entusiasmo porque conseguimos un stand para la feria del Bicentenario. Pero ahora hay que empezar de cero porque les robaron varias cosas hechas por ellos, como las alfombras, además de las asaderas que son fundamentales para la parte de cocina”, explicó Marcio.
Fue su madre, la psicóloga Social Viviana Díaz de Córdoba, quien fundó “Amachaqui Anquil” hace siete años. Marcio contó que tiene dos hermanos con discapacidad y que, mediante el trabajo en la fundación, su mamá intenta devolverle a la comunidad la ayuda que recibió durante momentos críticos que le tocó vivir con sus hijos. “Nosotros vivimos en Delfín Gallo y hace unos años nos dieron una casa en este barrio, pero mi mamá decidió que no nos íbamos a mudar sino que íbamos a abrir una fundación”, relató Marcio.
En ese lugar, más de 60 chicos y jóvenes de escasos recursos reciben de manera gratuita contención psicológica y asisten a talleres de cocina, artesanías, manualidades, randa y lectura. “Ahora no sé cómo vamos a seguir porque se llevaron hasta las banquetas y los chicos no van a tener dónde sentarse”, comentó el joven, con tristeza. “No queremos cerrar, pero la situación es difícil y hasta ahora no se nos acercó nadie de la Municipalidad ni del Gobierno para ofrecernos ayuda. Acá trabajamos a pulmón, con mucho sacrificio, y no recibimos ayuda de nadie más que de los padres de los chicos que vienen a la fundación. Supongo que tendremos que hacer rifas y pedir colaboración a los vecinos para salir adelante”, agregó Marcio, desahuciado.